domingo, 3 de diciembre de 2017

Sueños de tinta

El frío ya estaba instalado por completo en los días previos a la navidad de las noches valencianas. Las tarde se hacía noche mucho antes y las calles inundadas con enormes abrigos y bufandas ocupaban la mayor parte de las aceras. Algunas farolas indicaban el agotamiento de dar luz a lo largo de los años provocando en ellas un incesante parpadeo.

En mitad de la tarde, durante sus horas de descanso y después de la primera parte de una jornada laboral un tanto complicada, un chico practicaba su hobby en una cafetería no muy lejana a su puesto de trabajo. Los trazos sobre el papel manchado con gotas de café, reflejaban una habilidad maravillosa de la que más tarde sacaría partido. Sus ojos lloraban lágrimas de cansancio. 

Llevaba más de cinco minutos sin parpadear y dos horas sin levantar la cabeza del lienzo adornando el dibujo.

El lápiz se consumió un centímetro y medio más aquella tarde. Una vez hubo terminado el dibujo, se echó hacia atrás, se terminó el segundo café y suspiró. Lo observaba con una ilusión envidiable y su cabeza estaba viajando a trazos nuevos a los que dar forma. Miró el móvil y se dio cuenta que le quedaban diez minutos para entrar en su puesto de trabajo. Sería muy justo, pero si se daba prisa llegaría a tiempo.

Se levantó de la silla, y fue directo a pagar su consumición. Mientras esperaba el cambio en la barra de aquella cafetería, se fijó en como un hombre de aspecto desmejorado y un cartel con faltas ortográficas colgado sobre el cuello, se quedaba perplejo observando su última obra. El hombre tocó el dibujo con su dedo índice sutilmente y sonrió. Volvió a la mesa donde había pasado su descanso y recogió el dibujo y el abrigo. El hombre se dio cuenta que el chico se iba y decidió hablar con él.

-Una moneda, por favor -pidió aquél hombre, que a juzgar por su acento, debía ser de algún país del este.
-Lo siento, no tengo nada -respondió.
-Tu, dibujas mi -dijo el hombre.
-No entiendo.
-Tu dibujas mi.
-¿Cómo dice?
-Tu dibujas mi -el hombre se quitó el cartel con el que solía pedir en la calle y se levantó la camiseta, señalando la parte del hombro- tu dibujas hija.
-¿Quiere que yo le dibuje?
-Sí. Dibujar en piel mi hija.

Lo entendió. Aquél señor, sin querer, había llamado a la parte emocional de aquél chico.
-Ya quisiera, no sabe usted a quien le ha preguntado… pero yo no tatúo de momento. Como mucho le puedo hacer un dibujo de su hija y si la semana que viene está por aquí, se lo regalaré.

-Igual, dibuja hija, yo pago todo.
-No le cobraré.
El hombre sacó de su cartera una foto de su hija, que se encontraba en su país.
-Mire, le saco una foto con el móvil, ahora me tengo que ir.
-Vale. Volveré próxima semana.
-De acuerdo. -le extendió en la mano dos monedas de un euro- no tengo más, lo siento.
-Gracias. Dios bendiga.

Le colocó las dos monedas en la palma de su mano y el contacto directo con el vagabundo le transmitió un calambre que hizo echarse hacia atrás y soltar una carcajada a ambos.

El chico corrió a su trabajo con una pizca más de ilusión por un sueño que cada día veía más cerca la posibilidad de cumplirlo.

Sin saberlo, aquello sería el comienzo de una carrera peculiar.
El segundo turno de su jornada laboral, no fue menos complicado que el primero, pero le daba igual, su cabeza estaba presente en el momento de aquél hombre que le había pedido un dibujo, y eso le hacía tremendamente feliz.

Transcurrieron los días y el dibujo estaba casi completo.
El chico acudió varias semanas después por aquella cafetería, pero no hubo rastro del vagabundo.
Se guardó el dibujo en su bloc y pasó página. Pero aquél vagabundo ya había regado la semilla que crecía a toda prisa en el interior del chico.

Su estilo era muy personal. Decoraba sus obras con toques góticos y depresivos, pero no transmitía eso, sino todo lo contrario. Sus obras poco a poco comenzaron a hacerse conocidas en redes sociales, y para cuando esto hubo pasado, su nivel tatuando había crecido considerablemente.
Por aquél entonces, llevaba practicando más de dos años y medio y tenía clientes fijos que le traían más clientes. Cansado de hacer siempre el mismo tipo de obra, se decidió a cambiar un poco su sello, haciendo otros dibujos verdaderamente terroríficos para algunos, pero que en cambio, daban más resultado que los anteriores. Eran obras obscenas, provocadoras y con una pátina de satanismo light. Se le ocurrió mezclar su imaginación con su creencia religiosa, cuyo resultado era inquietante.
Llegó un punto en que tenía hasta 80 clientes a la semana. El negocio estaba floreciendo y su satisfacción personal le impedía ser infeliz.

Una tarde de descanso, practicaba su trazo, creando una obra que desataría un infierno imposible de zanjar.
Su lápiz le llevó a realizar una historia en un solo dibujo, un paraguas azul, se cubría de unos rayos potentes y llenos de furia, bajo un cielo anaranjado. Se trataba de su último diseño.
Lo colocó en el bloc de muestra de su tienda. Al poco tiempo de exponerlo, una chica llena de tatuajes, se decidía a probar al nuevo tatuador de moda de la zona, y casualmente el diseño por el que se decidió fue el paraguas azul.

Durante la sesión de tatuaje, un día de tormenta, la luz del local se fue. El tatuaje estaba a la mitad sobre la espalda de la chica. Al rato volvió y se pudo terminar correctamente.
La chica quedó muy satisfecha hasta el último día de su vida.
Sus siguientes tatuajes fueron muy alabados por algunos, criticados por otros, pero lo que este artista provocaba, no dejaba a nadie indiferente.

Pasaron semanas y el negocio iba creciendo, a la par que su cartera. Contrató a una mujer con años de experiencia en el sector y la gente estaba orgullosa del sitio en el que se tatuaba.

Amaneció con un sol espléndido. Se dirigía a su local, pero antes compró el periódico del día, era ya casi una rutina cogerlo antes de entrar a tatuar.

Se preparó todo lo necesario para la visita del próximo cliente y esperó tranquilamente junto con su taza de café caliente y su periódico.

Era un día de pocas novedades según el diario, pero hubo una noticia que le heló la sangre.
Era un artículo pequeño, de apenas dos párrafos, pero contenía la información suficiente para saber que había sido culpa suya.

Una mujer muere víctima de un rayo. La noticia en sí, no era nada del otro mundo salvo por la desgraciada muerte de la víctima. La chica era cliente de su local, es más, la había tatuado seis semanas atrás. El día anterior, una lluvia fina había caído cuando el sol se ponía, dejando un paisaje anaranjado. La chica salió de casa a comprar tabaco y armada con su paraguas azul, fue alcanzada por dos rayos, provocando su muerte al instante.

Era una macabra coincidencia, pero eso no era excusa para provocar en él remordimientos y malestar.
Una clienta había muerto de la misma forma que reflejaba su tatuaje en la espalda y eso era horrible para su reputación y para su conciencia.

Dos meses más tarde, la cosa se había relajado. Perdió un par de clientes supersticiosos, pero por lo general le iba igual de bien. Una tarde apunto de cerrar el local, se percató de algo que en su mesa de trabajo. El reflejo descansaba sobre un par de dibujos que había terminado esa misma tarde. Se acercó y los observó a través de la tenue luz oscura. Los cogió y se dio cuenta que algo no iba bien. Aquellos dibujos horas antes le habían parecido una genialidad, de hecho los había guardado en su bloc de favoritos, pero ahora no pensaba igual. Algo inquietante había dibujado. 

Era un dibujo simple, una calavera mexicana a la que le aparecía un gusano por la boca y en los ojos se reflejaba una mujer suicidándose. Se acercó más a la vista el papel y al día siguiente juraría que la mujer pintada en uno de los ojos le había sonreído. Acto seguido su vello se erizó. Soltó el dibujo a toda prisa y salió del local.

Había amanecido cansado, sin ganas de ir a trabajar por primera vez en mucho tiempo, no se sentía animado para decorar la piel de sus clientes. Se lavó la cara con agua muy fría y se vistió.
Llegó al estudio y su compañera le estaba esperando con cara de preocupación.

-¿Qué pasa?
-Ven, siéntate.
-Lucía, ¿me puedes decir que pasa?
-Vale. Te tienes que enterar, pero no te preocupes, es otra lamentable casualidad -le enseñó otro periódico.

Leyó en voz alta: -Hombre muerto por un atraco en la gasolinera del barrio sur. Este es… -agachó el periódico y lo dejó encima de la mesa- este es el chaval al que le hice el tatuaje del encapuchado apoyado en una katana, ¿verdad?
-Sí. Sigue leyendo.

-El atacante usó una katana como arma para cometer su atraco. El chico se abalanzó sobre el atracador y durante el forcejeo la katana se hundió en el pecho del joven de 17 años, que ha perdido la vida en el hospital de cervantes a las 21:00 de la tarde. -en un arrebato, rompió el periódico.

-¡Tranquilízate! Es solo otra casualidad
-¿Otra puta casualidad? Es una mierda de casualidad. Ha muerto otra persona de una forma similar por no decir idéntica, a la de un tatuaje que yo mismo he dibujado con estas manos.

-¿Y qué?
-No lo sé, pero esto no va a venir bien para el negocio, y mucho menos para mi. ¿que va a pensar la gente sobre mi? Que soy gafe o algo parecido. Dejarán de venir, Lucía.
-No tiene porqué. Además que son casualidades, no tiene que volver a pasar.
-¿Y si no lo son?
-¿A que te refieres?
-Pues joder, que más que casualidad, es una especie de ironía macabra. Es raro Lucía, no me jodas.
-A ver, raro si que es, pero es solo eso, algo raro que ha sucedido.
-Dos veces.

-Si bueno dos veces, pero ya está, no creo que vuelva a ocurrir.
-Si volviese a ocurrir… no sabría donde meterme. Si vuelve a ocurrir no haré un tatuaje nunca más. En mi vida.
-Estás exagerando. Va, cálmate, tomate una tila y vamos a empezar a currar, que en media hora viene la chica de ayer.

La mañana fue intensa y emocional, pero terminó gratificante.
A medida que avanzaba el año, el estudio perdía más clientes a causa de los rumores de mala suerte que arrastraban a causa de las dos víctimas tatuadas y posteriormente muertas de la misma manera que representaban sus pieles. Todo el éxito que tenía, cambió de rama, a mala fama.

Volvía a llover. Esa tarde de lluvia fue un punto de inflexión en su carrera. Por un lado planteaba dejarlo todo y no volver a tatuar nunca más, ni siquiera a dibujar. Por otro lado se planteaba cambiar de ciudad y comenzar de cero, pero ambas eran muy arriesgadas como para decantarse por una de ellas. Cerró la puerta y se situó debajo del paraguas. Avanzó por la calle y alguien le llamó. Al girarse vio a un amigo al que no veía desde que le tatuó año y medio atrás.

-Ey tío, no vengas, ya cruzo yo.
Avanzó a ver su amigo el artista y en mitad de una lluvia fina, era arrollado por una coche rojo, desgraciadamente había vuelto a ocurrir.

AÑO Y MEDIO ANTES.

-¿Y eso?
-Pues mira, fue el coche con el que mi madre me enseñó a conducir, y quiero llevarlo en mi piel para tener un recuerdo eterno de él.
-Vale, ahora te tatúo, nos llevará una hora y media más o menos. Siéntate ahí y ahora elegimos el tono de rojo que quieres.

EN LA ACTUALIDAD

No podía ni quería creerlo. Se trataba ya de la tercera víctima en menos de seis meses, víctimas que morían de la misma manera que sus propios diseños. Diseños salidos directamente de su cabeza.
No sabía a quien acudir ni que hacer, lo que si tenía claro era que iba a dejarlo todo, al menos por un tiempo.

-Es como si… predijera cosas sin saberlo.
-Explícame eso.
-Yo hago diseños, dibujo cosas, fusiono etc y esas cosas ocurren luego a las personas a las que he tatuado. Al principio hacía diseños más góticos, pero a la segunda víctima suavicé el estilo, pero ya con el tercero… daba igual. Era un simple coche y era mi amigo. Me siento muy culpable. No duermo, no como, no quiero salir de mi casa, no tengo motivación y hasta he empezado a buscarme otro trabajo. No sé que hacer con esto.

El psicólogo no le sirvió de mucho, puesto que le llegaron más muertes idénticas a sus diseños.
Era el segundo mes que estaba en casa. Solo salía para comprar comida. Al principio utilizaba el teléfono pero le llegaban noticias de más muertes y optó por destrozarlo. Haciendo limpieza de dibujos antiguos, encontró un bloc de sus comienzos. Pasaba páginas y páginas de dibujos de todo tipo. Por aquel entonces no tenía un estilo propio y probaba con todo tipo de ilustraciones. El empire state building, un cuervo masticando un pedazo de carne, una bicicleta…

el segundo bloc contenía básicamente sus pruebas de ojos, comisuras de bocas y contornos de cuerpos desnudos.

Cuando alcanzó el tercer bloc se le derramó una lágrima. Pasaba dibujos sin apenas fijarse en ellos. Encontró un retrato de su abuelo, encontró un retrato de su perra y varios más de paisajes bucólicos, hasta que llegó a uno que no le sonaba.

-¿Y este? -lo alcanzó y lo arrancó del bloc. Estuvo observándolo detenidamente y se acordó de algo.
Era una niña, de unos tres años como mucho, tenía una vestimenta extraña, como de otro país. Y entonces se acordó de aquel inicio.

Se trataba del retrato de una niña. Se lo había pedido un vagabundo años atrás cuando dibujaba en una cafetería del centro. Lo dobló y se lo guardó en el bolsillo. Cogió las llaves y se marchó.
Llego a la cafetería donde se lo habían pedido. Ahora era una pizzería.

Se sentó fuera y pidió una pizza que no tocó. Esperó a aquel hombre sin esperanza alguna. Y comenzó de nuevo a dibujar. Por el reverso del retrato de la niña, comenzó a dibujar una figura que le venía a la mente. No consiguió nada. No apareció nadie por allí. Pero sí había vuelto a dibujar.

Había dibujado su tatuaje favorito, el que le adornaba el antebrazo. Un revólver echando fuego, abrazado por una cadena de pinchos.

Optó por marcharse de la pizzería y regresar a su casa. Tenía en un alto porcentaje claro, que no iba a acudir aquel señor para recoger el retrato de su hija, casi tres años después.
Al volver a casa, encendió la televisión y dejó de fondo las noticias. Robos, políticos corruptos… era siempre lo mismo y le aburría enormemente. Cogió una cerveza, una bolsa de patatas fritas y se tiró sobre el sofá a ver pasar el tiempo. Masticó sin ganas media bolsa de patatas y prestó atención a una noticia.

“Un hombre de nacionalidad búlgara ha sido detenido esta madrugada en un piso del centro de Valencia. El susodicho era líder de un grupo que cometía prácticas satánicas y rituales de magia negra. Reclutaba a jóvenes chicas vírgenes y abusaba de ellas. Se desconoce su finalidad. Vecinos suyos comentan que desde fuera parecía un señor normal, pero lo cierto es que se ha llevado la vida de varias personas y se enfrenta a varios delitos de pederastia y de homicidio”

Aquel señor líder de un grupo satánico era el mismo señor que le había regado la semilla del tatuaje años atrás. Se vistió de nuevo y se fue a una comisaría de policía a preguntar por él. Necesitaba verle para darle su dibujo.

No le dijeron nada de dónde estaba. Llamó a su tío que era jefe de policía de Alcásser, un pueblo cercano y le dijo dónde podía visitarle, pero debía acompañarle, solo no podía ir.

Fueron a la cárcel y les ofrecieron una visita de cinco minutos.
Esperaba impaciente. Estaba nervioso. No sabía que hacía allí exactamente y que le diría. Sonó una alarma y se abrió una puerta. Por allí apareció. Había cambiado, era más corpulento y con los brazos llenos de tatuajes, eso le llamó mucho la atención.

-¿Quien eres?
-No creo que se acuerde de mi. Usted pedía en la calle y me vio dibujando.
-Mi hija. Tu la dibujaste.
-Si, verá aquí la tiene.
El agente de seguridad intervino. -Lo siento pero no puede dar nada al preso.
-Lo siento.
-¿Qué quieres?
-No me interesa lo que haya hecho, pero estaba pensando en aquél día en el que me pidió el dibujo y… ¿usted recuerda que cuando le di el dinero nos dio un calambre?
El preso se rió.
-¿De qué se ríe?
-¿Crees en el diablo?
-No. bueno, no lo sé.
Se acercó a su cara y le susurró. -Lo llevas dentro.
-¿Qué está diciendo?
-La vida es solo una transición. Hay personas que son elegidas para hacer el mal, y yo te elegí a ti.
-¿De que hablas?
-Aún queda mucha sangre que derramar. Tu tienes un poder en tus manos, pero todo poder no es otorgado sin condiciones.
-Yo no he elegido matar a nadie. Solo quiero ser feliz con mi trabajo. Porque..¿porque le ha desaparecido el acento?
-Han pasado tres años y lo hablo mucho mejor.
-¿Como puedo quitarme esto?
-No puedes. Ya te he dicho que te elegí.
-Pero eres un asesino… yo no quiero serlo.
-Se acaba el tiempo.
-Espere, espere. Dime algo ¡por favor!
-Córtate las manos -se río exageradamente y dejó entrever su boca llena de caries y dientes amarillentos.
-Espero que no le pase lo mismo a su hija.
-¿Mi hija? Esa foto no era mi hija imbésil. -volvió a reír.

El retrato de aquella niña que ahora no sabía de quién se trataba, se quedó allí en la cárcel.
Se fue a su casa atormentado sin saber que hacer. Llevaba a sus espaldas más de nueve muertes y aquello debía parar. Hasta llegó a considerar cortarse las manos.
Su única opción, al menos la menos drástica, fue no volver a dibujar ni tatuar nunca más.

-¿Pero en serio me estás diciendo que un tipo que hace tres años te pidió un dibujo, te pasó su mala energía por un calambre?
-Sí.
-No sé.
-¿Qué no sabes?
-Pues que suena absurdo. Solo digo eso.
-¿Y que explicación le das a las muertes? Y no me jodas con las casualidades. Una es una casualidad, nueve ya es una maldición.

-No sabía que eras supersticioso.
-No lo sabía ni yo, pero son muchas muertes, mi corazón no lo resiste más.

-No sé que decirte, más que ha sido un placer trabajar contigo y que espero que te vaya todo muy bien, pero es una pena. Eres uno de los mejores tatuadores que me he encontrado.

Al tiempo se enteró que el hombre búlgaro se había ahorcado en su celda.


Continuó dibujando, pero jamás le regaló un dibujo a nadie, ni mucho menos volvió a decorar una piel.

Ya volvía el calor, y con él las hojas secas. 
Paseando por las calles de valencia con la mirada perdida, entró en una tetería. Se pidió un té y esperó a su cita. Armado con un revólver en una mano, y una cadena en la otra, un terrorista, como si se tratase de un aspersor, esparció tiros a diestro y siniestro, sin importar a quién miraba. 

Al chico lo alcanzaron cuatro balas, al igual que su propio tatuaje, se dejó llevar a un mundo mejor y con él, daba por finalizada su maldición.


No hay comentarios:

Publicar un comentario